(es) EL CIRCO DE LA MENTE - EL CIELO Y EL INFIERNO DE CADA DÍA

Escrito por Pável MODERNELL

Definir mente es una tarea compleja, extremamente compleja, y es bien probable que sea allí donde radique una aproximación de lo que pueda ser: un complejo de coordinaciones, de coordinaciones, de coordinaciones, de acciones, que se suceden en un cerebro vivo, que está en un cuerpo vivo, en un contexto igualmente vivo, al servicio de la manutención de una cierta coherencia que la torna viable. Bien podría decirse que, dada las características de las actividades que ocurren en la mente, este complejo en todo se asemeja a un circo en plena actuación. Predomina en todo momento una coordinación extrema, en donde todo lo que sobreviene parece, al mismo tiempo, un deliberado caos. En este mismo momento, están siendo ejecutadas, millones de acciones de coordinaciones, de coordinaciones, de coordinaciones, de acciones, de saberes y de sentires, en un maravilloso accionar, que nos tornan viables. Sin embargo, en nuestra percepción, es el caos quien muchas veces se sobrepone a la magia extraordinaria del accionar mental. Como en un circo, ambos aspectos están allí, si. Incluso el personaje que hace de payaso, que por cierto es un gimnasta altamente especializado. Él se expresa como se expresan los payasos, pero su actividad se desenvuelve de forma magistralmente equilibrada. Este circo puede ser el lugar más maravilloso que podamos alguna vez llegar a conocer, pero también puede ser el escenario más aterrador en el que jamás hayamos vivido. La cuestión es, como nos relacionamos con el espectáculo de nuestra mente y si realmente nos estamos haciendo cargo de él.

¿Por qué a veces la mente nos proporciona una experiencia placentera, mientras que otras se sienten como una sesión de tortura? ¿Por qué la mente, ese magnifico instrumento que alberga un maravilloso potencial, se puede llegar a convertir en una máquina de fabricar miserias? Bien, si tu mente, que debería ser una fuente de bien-estar, se transforma en tu propio infierno, ¿no será que ella está demasiado identificada con demasiadas cosas? Identificarnos con algo es tornar ese algo, que no somos, en algo que creemos ser, con base en alguna necesidad desde donde creímos ser necesario que así fuese. Esta identificación tiene lugar porque hay aspectos nuestros desde donde emergen necesidades identitarias. En cuanto la fusión ocurre en una absorción del sí mismo, nuestra percepción se distorsiona permeando todos los aspectos de nuestra vida. Sentimos entonces que es imperioso sostener esa id-entidad con la que nos identificamos al punto de creer que somos eso y aquello y aquello otro, sin poder darnos cuenta de la necesidad de tomar alguna distancia que, en cuanto observadores de nosotros mismos, nos permita vernos.

En tal sentido, la inteligencia actúa como un bisturí. Nuestra capacidad de distinguir nos ayuda a ver cada cosa. Si mantenemos nuestra inteligencia desidentificada, si no nos identificamos ni con la sociedad, ni con la profesión, ni con la familia, ni con los títulos, ni con las creencias, inclusive si no nos identificamos con nuestro propio cuerpo y con lo que en él pasa y ni tampoco con las imágenes mentales, nos dirigiremos con naturalidad hacia la naturaleza misma de las experiencias y no hacia lo que la provoca. Si un bisturí corta como debe cortar, cortará de forma limpia y ningún residuo se le pegará. Si esto no sucede el bisturí no hará un buen trabajo y acabará por entorpecer la tarea del especialista – que podemos ser nosotros mismos. En cuanto la inteligencia se identifica demasiado con una cosa u otra, esta se queda cautiva a esa identificación. Cuando eso ocurre lo que tenemos es una experiencia distorsionada de la mente. Cuando conseguimos desindentificarnos, esto es, cuando logramos implicarnos sin enredarnos, solo entonces podemos ver. Nuestra mente no necesita ser controlada, ni mucho menos desligada, precisa si, ser liberada.

Nuestra mente llevo millones de años para evolucionar hasta su estado actual, ¿crees poder ejercer algún control sobre algo tan complejo? La mente no es una barrera, es si una posibilidad enorme. Pero tenemos un problema cuando la pauta que nos guía es si algo está bien o está mal. Lo bueno o lo malo son de hecho aspectos identitarios muy fuertes. Naturalmente nos identificamos con lo bueno, así como repudiamos lo malo. Sentir aversión por algo y atracción por otra cosa es la base de toda identificación. Pero, aquello hacia lo que sentimos aversión dominará nuestra mente. La naturaleza de la mente es tal que si decimos “no quiero algo” ese algo aparece en nuestra mente. Veamos: ¡no pienses en un elefante! ¡Vez! El elefante se te aparece. No podemos eliminar nada de nuestra mente a la fuerza, porque eso que queremos eliminar aparecerá con mayor intensidad.

Identificarnos con tanta cosa que creemos ser, pero no somos, nos ha traído muchos problemas, y es por eso que alguien propuso la idea del desapego. Sin embargo, en cuanto nos desapegamos se diluye la posibilidad de experimentar la vida. El desapego trae consigo el no implicarnos en la experiencia. El desapego es una estrategia para evitar el enredo que a su vez es un modo de implicarse desde una cierta identificación. Pero, es la identificación lo que causa el enredo, no el implicarse. Si nuestra implicación no es selectiva, nos implicamos con la vida de nuestro vivir y esto no excluye, incluye. Estar implicados es estar envuelto en lo que hacemos, en lo que contemplamos, en lo que escuchamos, en lo que olemos, en lo que sentimos, es estar presentes en el momento en el que estamos donde estamos porque queremos estar. Todo sucede allí, sin que nos transformemos en nada de lo que hay. Estar implicado es una disposición de abertura a los procesos del vivir. Identificarnos nos vuelve reactivos al proceso porque estamos selectivamente enfocados y enredados, en lugar de abierto, receptivos y relajados

Hemos aprendido que somos seres humanos, algo que parece ya estar hecho, cuando en realidad somos una posibilidad, un devenir, un fluir permanente en un presente siempre continuo de posibilidades. De que nuestra mente sea una miseria o una potencialidad milagrosa depende de si estamos permitiendo que el vivir suceda desde la disposición, o no. Si quieres escuchar la sinfonía de tu mente no te puedes identificar selectivamente ni con la sinfonía ni con ninguno de los instrumentos o conjunto de instrumentos en particular. Si la distinción aparece es otra cosa, la disfrutas en cuanto esta y cuando ya no, no te preocupas. Escuchar una sinfonía es escuchar una sinfonía y eso depende de tu disposición en el momento en el que la sinfonía toca, para escuchar sin más. No somos la sinfonía, nos dejamos tocar por ella, no nos identificamos, nos implicamos en la escucha. Con el mismo entusiasmo con el que miramos cualquier aspecto de nuestras vidas – familia, trabajo, estudios, salud, casa, etc. – miremos el cielo, los árboles, el río. Si eso sucede nos implicaremos con el todo y la belleza del circo se desplegará ante nuestros ojos, en toda su maravilla.

Referencias bibliográficas

Vasudev, J. S. (2013) Mind is Your Business. India: Isha Ed.